Yordanis G. Puerta de Armas

Máster en Medio Ambiente y Desarrollo. Cofundador y Coordinador General de la Red Iberoamericana de Medio Ambiente (REIMA). Editor científico de la Revista Iberoamericana Ambiente & Sustentabilidad.

 

 

 

 

 

 

Sara Yaima Ulloa Bonilla

Máster en Planificación Territorial y Gestión Ambiental. Secretaria Ejecutiva de la Foundation for International Cooperation for Sustainable Development (PAFICSD) y Editora en jefe de la Revista Iberoamericana Ambiente & Sustentabilidad.

 

 

 

Revista Iberoamericana Ambiente & Sustentabilidad

 

ISSN: 2697-3510 I e-ISSN: 2697-3529 I Vol. 8, 2025

DOI: https://doi.org/10.46380/rias.v8.e546

 

 

EDITORIAL

 

Comunicación ambiental para la gestión del riesgo de desastres

 

En la actualidad, la digitalización ha revolucionado la manera en que nos comunicamos. Los medios tradicionales (como la radio, la televisión, los periódicos, las revistas, el cine y las vallas publicitarias) están perdiendo su hegemonía. Hemos pasado de una comunicación unidireccional, donde el público era un receptor pasivo, a una comunicación bidireccional, en la que las audiencias participan activamente en la creación y difusión de noticias.

 

Este cambio ha democratizado el discurso ambiental. Por mucho tiempo, este asunto fue privilegio de académicos, políticos y otros sectores con poder de decisión. Hoy, las redes sociales han abierto la puerta para que más personas compartan sus perspectivas sobre el ambiente, convirtiéndolo en un tema de interés colectivo.

 

Uno de los temas más apremiantes en este contexto es la gestión del riesgo de desastres. A menudo se cree que estos son el resultado exclusivo de fenómenos naturales inevitables. Sin embargo, la realidad es más compleja: la mayoría son la consecuencia de una combinación de peligros naturales (como erupciones volcánicas, terremotos, tsunamis, huracanes, sequías, inundaciones, deslizamientos de tierra, tornados e incendios forestales) y condiciones de vulnerabilidad social, económica e institucional. Estos factores incluyen las decisiones de desarrollo que ignoran las condiciones del entorno y las dinámicas de la comunidad.

 

Como afirma Margaret Arnold, experta del Banco Mundial, los desastres son construcciones sociales, resultado de decisiones y omisiones que exponen a las comunidades a riesgos previsibles. Atribuir la culpa a la naturaleza o a un "acto de Dios" exime a los tomadores de decisiones de la responsabilidad de haber permitido o forzado a las personas a vivir en condiciones de riesgo. Este lenguaje despoja a las historias de desastres de su contexto integral (ecológico, psicosocial, económico, político, tecnológico e institucional) y oculta la injusticia subyacente.

 

Por consiguiente, en el siglo XXI, la comunicación sobre la gestión del riesgo de desastres debe enfocarse en la adaptación y la mitigación frente a fenómenos como el cambio climático; donde la adaptación busca reducir el riesgo de desastres, al fortalecer la resiliencia de las comunidades. Esto significa ayudarlas a resistir, absorber y recuperarse de los efectos del cambio climático, abordando las vulnerabilidades sociales y físicas. Mientras que la mitigación implica disminuir la gravedad de los efectos del cambio climático en su origen, al reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para desacelerar el calentamiento global.

 

En este escenario, la comunicación ambiental se convierte en una herramienta estratégica para promover sociedades más informadas, participativas y responsables, capaces de exigir e involucrase en la implementación de políticas públicas sustentables y actuar de forma proactiva en la construcción de entornos seguros y resilientes.